Pero hoy, mientras me rascaba las bolas, me llegó la inspiración divina para poder entenderlo y explicarlo todo. ¡Ha llegado la hora de que el mundo sepa a lo que el Señor se refería cuando nos dio a conocer este asunto tan trascendental, si bien sombrío y misterioso!
Hoy presencié una escena que se realizaba dentro de mi cabeza. Eran tres vocecitas necias que discutían apasionadamente la una con la otra. En efecto, eran el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
No me podía poner de acuerdo ni siquiera conmigo mismo.
Soy un hijo de Dios, así que heredé algunos de sus atributos (entre ellos éste).
Los profanos llamarán a esto "multipolaridad", "personalidad múltiple" o "trastorno". Yo lo llamo herencia divina de la cual enorgullecerse.
Este atributo divino lo vemos manifestado múltiples veces en la Sagrada Biblia.
Dios es una fuente de incertidumbre y adrenalina.
- A veces es un tipo bonachón, compasivo, generoso y dadivoso que nos proporciona comodidades materiales, nos llena de amor y hace nuestra existencia más llevadera. (cuando Dios está en esta modalidad, se hace llamar "Jesucristo")
- A veces es un tipo terrible y explosivo que se irrita ante cualquier pequeña estupidez como las que acostumbramos cometer los humanos, que se encoleriza contra los que le presentan oposición, por mínima que sea, y los desolla y descuartiza. (cuando Dios tiene estos subidones hormonales, se hace llamar "Jehová" o "el Padre [cabreado, supongo]")
- A veces es un señor que duerme plácidamente y literalmente se olvida del mundo, o al menos eso parece. En su palabrerío dice que siempre está con nosotros, pero en la práctica es difícil imaginar a alguien más vago e inútil (personificado como el Espíritu Santo o como una palomita que se posa sobre la cabeza de su otra personificación, Jesucristo. Este simpático gesto lo llevó a cabo cuando se acababa de levantar de un sueño reparador y se encontraba de buen humor).