miércoles, 29 de junio de 2011

El sueño tierno y la realidad brutal

Al parecer soy demasiado único para ser amado. No lo sé.

Mi soledad me pudre. Mi soledad me encierra en mi ficticio aunque colorido mundo interno, creado por el hambre de mi alma de llenar ese vacío interior.

No se puede vivir sin ser querido ni complementado. Mi desesperanzada y famélica alma ha intentado quererse y complementarse por sí misma, y hacerme sentir amado, aunque sea oníricamente, y ha hecho que a mi masculinidad se le sume una creciente femineidad y delicadeza, propios de aquella que debería ser mi amada; creando en mí una falsa plenitud, y una falta de sensibilidad que ni la más bella poesía puede sanar.

Yo soy capaz de amar como nadie más, y de sentir cariño con una titánica intensidad. ¿Por qué, entonces, no soy amado, sino sólo cuando me refugio en la fantasía?

Tuve un sueño vivo, intensificado...

Lo sentí apasionadamente, en medio de donde la suavidad de los sueños y la tosquedad del mundo se confunden.

Siento la tersa y suave piel de alguien que me amó. Sus radiantes y tiernos cabellos, que se confunden con el aire, y sus apacibles labios que suavizan con su contacto. Todo su cuerpo y su ser despiden una melosa esencia, sanadora y refrescante.

Te abrazo, y nos encaramamos el uno en el otro.

Te beso y empiezo a beber elíxires que brotan de tu boca.

Mis labios empiezan a rozarte. Todo es algo delicioso y ameno. Comienzo a llorar en paz, al igual que tú.

Todo es tan bueno...

A medida que me adentro en el sueño, todo adquiere un cariz de inmaculada pureza. Las cortezas son menos concretas y más espumosas, ligeras, aceitosas y delicadas. Siento hundirme en la profundidad de mi amada, y comienzo a sentir lo que ella siente, y yo siento que también ella siente lo que siento.

El ambiente es prolífico para la felicidad y naturalidad. Nuestra comprensión pura se empieza a agudizar, y comprendemos los matices de las ideas que tenemos en mente. Las cosas empiezan a fluir dulcemente. He empezado a olvidar la grosera dureza y estancamiento de aquel concreto mundo previo este sueño.

Tu tacto es tan relajado y laxo...Tu piel está expandida y al tocarla, siento cómo un delicioso rocío se desprende a medida que te acaricio. Nos hemos sensibilizado al punto de sentir las sutiles energías que emanan de nosotros. Hay un primor omnipresente.

Podemos respirar el uno del otro, y tocar nuestros olores, escuchar nuestras alegrías, presenciar nuestro tacto, y unir nuestros halagados sentidos.

A medida que el sueño se dulcifica y armoniza, y el ambiente adquiere delicadeza, las distancias desaparecen, y el grato sueño se torna indescriptible, y se torna en belleza pura. 

La finura y tersura del sueño vencen mi consciencia, sin que apenas lo note, aunque el sueño sigue volviéndose cada vez más suculento.

Al día siguiente, los amargos gritos de una persona me golpean como un cañonazo en la cara, devolviéndome crudamente a esa realidad donde sigo buscando a alguien que me ame; donde mis llantos no ayudan, y mis lágrimas no se disuelven.

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